Notas históricas do partido xudicial de Arzúa

O 21 de novembro do ano 1931, o xornal “La Voz de Galicia” publicou o terceiro artigo da serie “Jurisdicciones de Galicia”, redactado por Heliodoro Gallego Armesto e titulado “Notas Históricas”. Reproducimolo a continuación integramente:

Las tierras de Arzúa, que en tiempos pretéritos formaron el extenso condado de Présaras, ofrecen una gran importancia histórica y lingüística, pues en ellas se encuentra una variedad hablada del gallego; una de las muchas modalidades dialectales de nuestro admirable idioma materno.

Sus primitivos habitantes dejaron interesantes grupos de “mámoas”, más de 300, entre las que destacan su interés la de los términos de Arzúa, Aveancos, Fanegas, Foxado, Furelos, Grijalva, Mellid, Pena da Lebre (Lardeiros), Santiso, Sobrado, Toques, Touro y el bien conservado “dólmen” de Bocelo.

Abundan también los “castros”, entre los que citaremos solamente los de Brañas (Toques), Campos, Cumbraos, coronado hoy por su iglesia, Mellid, Muradela, Remesende, Oleiros, Santa, Vilariño y Vimianzo.

Y aunque las operaciones de labranza alteraron en más o en menos el carácter y estructura de estas fortalezas prehistóricas, y la codicia de los eternos buscadores de pretendidos tesoros abrió y destrozó la mayoría de estos elocuentes testimonios de la numerosa población que habitó estos lugares en aquellos remotos tiempos todavía llegaron a manos de los pacientes investigadores modernos muchos objetos en ellos descubiertos, que acreditan esta comarca como una de las que más elementos han suministrado para el conocimiento de la historia de Galicia.

En “mamoas” y “castros” del partido judicial de Arzúa fueron encontrados cuchillos de silex, hachas y otras armas de piedra pulimentada; diversos objetos de la época del bronce y diademas y brazalete de oro.

De la edad antiguas consérvanse vestigios de la civilización romana también en varios lugares, especialmente en Ciudadela y Puente Punide, destacando entre ellos restos de cerámica toscamente trabajada a mano y un “modio”, usado para la medida de los áridos. También se conservan varios puentes de la misma época.

De los tiempos medioevales quedan interesantes ruinas de las fortalezas que sirvieron de base a las luchas señoriales de tan azarosa época y con ellas las de numerosas fundaciones monásticas, base de la cultura y distribución de la población, entre las que sobresalen las de Dormeá, Mezonzo, Sobrado y Toques.

Del monasterio de Dormeá de monjas benedictinas, fundado el año 1152 por la condesa Doña Loba, hija del conde Froilaz, y en el cual fué religiosa, queda solamente su iglesia románica de una nave con ábside rectángular.

El de Mezonzo, fundado en el siglo VII, tuvo por uno de sus abades a Pedro Martínez de Sobrado, quien en un momento de sublime inspiración compuso la Salve, la más bella de cuantas antífonas ideó el género humano en honor a la Madre de Dios, la más sentida y confortadora de todas las oraciones, en la que busca consuelo el ánimo afligido por las grandes tribulaciones de la vida.

Este abad fue más tarde obispo de Compostela con el nombre de San Pedro de Mezonzo. tosos (sic) tiempos en que Almanzor tomó la ciudad, destruyó su suntuosa iglesia, profanándola con varios actos, entre ellos dando de beber a su caballo en la pila bautismal y le arrebató sus campanas que hizo conducir a hombros de cristianos a Córdoba, para que sirviesen de lámparas en su mezquita. Canonizado, siglos después, este obispo, veneramos hoy su imagen en los altares con el nombre de San Pedro de Mezonzo.

El monasterio de Sobrado, fundado el año 752 por el obispo Sisnando de Iria, como benedictino y transformado en 1142 en cisterciense, llego a ser la casa más poderosa de esta Orden en España, acumulando tan importantes riquezas que le permitían alimentar a más de 80 frailes. Hoy, para ignominia y vergüenza de las generaciones que lo consintieron, está reducido a un informe montón de ruinas, y aunque en ellas desapareció por completo todo el resto de su primitiva fábrica, queda un poco de la posterior, que al permitir estudiar el neoclásico y barroco de nuestra tierra, convierte este lugar en punto obligado del turismo moderno.

Y por último, del de Toques, fundado el año 1060, queda solamente una interesantísima iglesia mozárabe.

El único convento habitado actualmente en el partido judicial de Arzúa, es el de Mellid.

En el siglo IX fueron derrotados los moros en Furelos, y en el mismo siglo Ramiro destrozó en Coirós a los normandos, que habían invadido el país.

Actualmente viven los arzuanos dedicados a la agricultura y ganaderia, explotando además la fabricación de manteca y ricos quesos. Abundan en la comarca los molinos harineros y funciona una fábrica de hilados y tejidos en Vilasantar.

El tráfico de sus productos ánima las concurridas ferias mensuales que se celebran en el partido y de las cuales son las más principales la de los días 5 en la Illana; el 8 y 22 en Arzúa; el 12 en Cumbraos y en Las Cruces de Sobrado; el 15 en Vilouriz; el 20 en San Saturnino (Cebreiro); el 24 la de La Lage (Armental); el 27 en El Pino y todos los primeros domingos en Mellid, Mezonzo y Sobrado.

Heliodoro Gallego Armesto

Unha feira en Arzúa nos anos 40

O 5 de decembro de 1945, na sección “Galicia próspera y fecunda” de “La Voz de Galicia”, A. Barreiro López escribe unha rica descrición do que era unha feira naquel tempo, e facilita datos concretos como que os visitantes ascendian a tres ou catro mil persoas, ou que había sobre mil trescentas cabezas de gando e maís de trescentos tenderetes de tecidos e quincalla.

Arzúa es de ordinario una villa apacible y tranquila a la que parecen sobrar, por esa quietud, la mitad de los comercios de todas clases, fondas, barberías, cafés, etcétera, que se van encontrando al paso por aquellas rúas. ¿Para qué tanto? nos preguntamos, al verlos vacíos, en las calles casi desiertas.

-Es que aquí —me dice mi acompañante— les basta con vender dos veces al mes. En cualquier otro lado, un comerciante para sostenerse, “para ir tirando” necesita vender todos los días algo. Aquí, con lo que se trabaja el 8 y 22 de cada mes, que son días de feria, no necesitan más. Esos dias se suda de firme, es verdad, pero con lo que les “entra” no sólo se defienden, sino que ganan dinero… ¡Mañana lo comprenderá usted todo, cuando vea lo que es una feria en Arzúa!

Empecé a darme cuenta de su importancia al entrar a cenar en “Casa de Juana”, la fonda más popular no sólo de Arzúa sino de varias leguas a la redonda. El espacioso comedor y sus locales adyacentes estaban llenos: no había una mesa libre salvo la que nos habían reservado.

Los comensales eran todos “tratantes” de ganado mular y caballar. Enfundados en largas blusas negras con sombreros del mismo tono. En nada se diferenciaban salvo en el acento: los había salmantinos, vallisoletanos, granadinos, zamoranos, murcianos, etc.; creo que estaban representadas la mayoría de las provincias. Aquella oscuridad de las blusas absorbía mucha luz y el comedor tenía un aspecto fúnebre; la batahola de los diálogos alegraban, no obstante aquella penumbra.

Al observar la mesa de en medio donde comían, calado el sombrero, varios de los “enlutados” a los que iluminaba de lleno la lámpara central, me pareció un momento cuando uno de ellos blandía un tenedor para pinchar algo, que tení ante mí el famoso cuadro “Lección de anatomía”, de Rembrandt.

—Son ganaderos, ¿sabe?, me decía solícito más tarde don Celestino, propietario de la fonda. Le vienen de todas partes de España a comprar muías y caballos para vender después en Castilla. Estas ferias empiezan ahora y terminan para febrero. Son, con las de Monterroso, las más importantes de Galicia. ¡Ya verá mañana!

Y la mañana llegó. Al clarear el día me despertaron los bocinazos y los cláxons estridentes de los camiones y autobuses que abarrotados arribaban trepidantes a la villa. Cuando bajé, la fonda era un hervidero de gente. Los “enlutados” habían aumentado de modo alarmante y trabajo me costó ganar la puerta de la calle. Los coches de Santiago, Nóya, Betanzos. La Coruña, Lalín. Melllid, Curtis, etcétera, se alineaban a lo largo de la carretera contigua al campo de la feria y las calles se poblaban de “paisanos” que llegaban por todas partes. La sosegada villa de Arzúa estaba desconocida.

En el terreno magnífico de la feria —casi un kilómetro de longitud, cubierto de viejos robles y castaños centenarios— todo era bullicio, actividad, dinamismo. Se levantaban en un santiamén tenderetes de !a más variada traza. Cada vendedor arreglaba afanosamente su puesto o buscaba acomodo para exponer los géneros.

Me aconsejaron que no entrase en el campo para dar tiempo a ultimar tanto preparativo. Deambulé ua rato por las calles, espléndidas de sol y cada vez, más llenas de público, y pude, notar que los comercios, en otros días vacíos, estaban ahora rebosantes.

Fui, al fin. a la feria. Hice entrada por los puestos de quesos. Allí estaban atrayentes las famosas y riquísimas “tetillas” de la Illana, Vilasantar, la Castellana. Curtis y Arzúa. Alegraba los ojos ven tanta abundancla y diversidad de formas y tamaños. Los compradores de fuera, que eran muchos, romana en mano pesaban y pedían precio. A la noche vi camiones enteros cargados de cajas de quesos que llevarían sabe Dios a dónde…

Seguían después los puestos de pollos y gallinas; eran innumerables las aldeanas que los ofrecían al paso. A un lado destacaba la alfarería de Buño, “cuncas”, jarros, fuentes, ollas. Mellid estaba representado con un gran “stand” de “zocos” del país, para todos los pies… Trescientos y pico eran los tenderetes de tejidos y quincalla, algunos tan bien surtidos que muchos de sus efectos y artículos no los vemos en los establecimientos coruñeses. Todos estos “comercios” tienen su clientela y todos venden. La ferretería con su diversidad de objetos estaba también presente. En otros lados, cestas de huevos, manteca. Y en el centro del campo vacas, cabras, carneros, cerdos. No faltaban guarniciones, ni “la suerte del pajarito”, ni el charlatán que vendía relojes y paraguas, ni los que hacían ante su numeroso auditorio los más extraños experimentos con los que conseguían al fin, que picase la gente…

A un lado, abarcando el ferial de extremo a extremo, se juntaba el ganado caballar y mular. ¿Cuánto habría allí, santo Dios? Dijéronme que alrededor de mil trescientas cabezas. Apenas si se podía andar. El que me acompañaba, avezado a estas cosas, avanzaba sin embargo tranquilo, separando las mulas y hasta sacudiéndoles en las ancas para abrirse paso. Yo que iba detrás, no las tenia todas conmigo.

De las tierras montañosas de Lalín, Chantada, Arzúa, Monterroso y Mellid, abundantes en caballos y muías traen a estas ferias arzuanas mucho ganado. Los caballos del país de fea estampa y poca alzada, son en cambio fuertes y resistentes para el trabajo y apropiados para los malos caminos. Se explica que tengan mucha aceptación por ahí adelante, pagándose por ellos sumas increíbles.

Un grupo alrededor de un caballo me llamó la atención y me acerqué. Llegué en el mismo momento en que un chalán gallego, también de blusa negra, le asía la mano derecha a un “tratante” andaluz y se la alargaba hacia el paisano que vendía. Al mismo tiempo trataba de coger la mano de éste para que se la estrechase al otro.

—¡Dalle a man, coma un caballero, codio!. clamaba.
—¡No dou n’ese precio, hom!. decía el otro tratando de retirar el brazo.
—¡Me valja Dios… Non me deixes quedar mal. Manoel!… ¡Van vlntaoito mil reás…!
—Non feireo, contestó cacharudo el otro.

El andaluz. Intranquilo y molesto ya, de tener tanto tiempo estirado el brazo, exclamó resuelto a su “intérprete”:
—¿Pero qué dise er tío ese? ¡Mira que es grande esto que no nos entendamos siendo todos españoles!

No sé en que paró aquello.

Pregunté más tarde a personas enteradas qué valor en venta tendría el ganado mular y caballar que acudió a la feria y me dijeron que sobre diez millones de pesetas. Y que las transaccones habidas habían pasado del millón y medio. Agregad a esto lo que se vendió en vacuno y porcino; en tejídos, en quesos, etc., y lo que las tres o cuatro mil personas “llegadas de fuera” comieron y bebieron, en figones, fondas y cafés y tendréis la explicación exacta de por qué al comercio de Arzúa. para ganar dinero, le bastan dos días al mes.

A. BARREIRO LOPEZ.