Un mal cuñado

No número 605 do xornal “El Ideal Gallego: diario católico, regionalista e independiente”, que saíu a rúa o 16 de xaneiro de 1919, na sección “Anotaciones de un letrado” apareceu esta nova:

El 27 de marzo de 1917, cuando se dirigía a coger verdura a una huerta, la vecina de Arzúa Purificación Vilariño Brea, se encontró en el camino con su cuñado José Rodríguez Ayerbe, con quien estaba enemistada, el cual, sin mediar palabra, le dió un palo en la cabeza que le ocasionó  una lesión de la que tardó en curar veintiocho días.

Como autor de un delito de lesiones con la circunstancia agravante de parentesco, pidió ayer el teniente fiscal, al celebrarse el juicio, se le condenase a cuatro meses y un día de arresto mayor y al pago de 36 pesetas a la perjudicada.

El defensor, Sr. Monelos Rodríguez, interesó se le absolviese.

No número 608 do mesmo xornal, o 19 de xaneiro, publicouse a sentencia:

Arzúa: Contra José Rodríguez Ayerbe, por lesiones, condenándole a dos meses y un día de arresto menor.

Unha nora confesa que envelenou ao seu sogro

O 26 de novembro de 1891 o xornal “La Voz de Galicia” publicaba na súa portada esta nova:

Aseguran á un colega que en una de las parroquias de Arzúa se ha perpetrado un crimen horrible.

Parece que una nuera ha envenenado á su suegro, y que se halla convicta y confesa del crimen, y ya en Arzúa a disposición del juzgado de instrucción

Un tío que non é tío

O 10 de setembro de 1903, no que foi o seu número 9191 o “Diario de Pontevedra: periódico liberal” recolle unha intrincada historia familiar que reproducimos a continuación:

Falsificación en documento público.-Despojo de bienes.

El juzgado de A Coruña entiende en un proceso por falsedad en documento público, muy curioso, ciertamente, por las circuntancias que en él concurren.

El día 12 de Mayo de 1902, se presentó en la notaría del Sr. Viñes Gilmet un individuo desconocido que dió el nombre supuesto de Bartolomé Barreiro Guntín, acompañado de Carmen Ares Barreiro, sobrina de Bartolomé á quien el desconocido suplantaba de acuerdo con ella.

Todos son vecinos de Arzúa.

En la notaría manifestaron que deseaban ratificar un documento privado de venta de varias fincas enclavadas en el partido de Arzúa, hecha por Bartolomé á favor de dicha sobrina.

Por no conocerles el notario, exigióles éste á los otorgantes la presentación de testigos de conocimiento.

Volvieron poco después á la notaría llevando como tales á Agustín Roberes Gonzalez y Pablo Rogado Naveira, vecinos de aquella ciudad.

Cumplidos los requisitos legales, el notario extendió la escritura elevando á documento público el referido documento privado.

El mismo sujeto otorgó, fingiéndose tío de Carmen, en favor de ésta, la escritura de permuta de otras fincas enclavadas en la parroquia de Villamor, ayuntamiento de Mellid.

Firmaron ambos documentos los dos testigos y no lo hicieron los otorgantes por no saber escribir.

Reclamando los bienes.-Se descubre la falsedad.

Hecho todo esto, pagaron los correspondientes derechos á la Hacienda y recogieron las copias fehacientes para que Carmen pudiese acreditar su derecho sobre las fincas que aparecían por ella adquiridas.

Tan pronto llegó a Arzúa solicitó Carmen del juzgado de primera instancia de aquel partido que le diese posesión judicial de los bienes, y por esto se descubrió la falsedad.

La sorpresa del auténtico Bartolomé Barreiro al enterarse de todo, no es para ser descrita.

Fué el hombre precipitadamente á la Coruña y consultó el caso con el abogado señor Linares Rivas (don M.).

El juzgado comenzó entonces la instrucción de diligencias para depurar los hechos denunciados.

Comparecieron ante el juez los empleados de la notaría y allí reconocieron á los dos testigos y á la mujer, pero no al supuesto Bartolomé.

Llamados los testigos para que reconociesen en rueda al falsario, no señalaron á éste, sinó al auténtico Bartolomé, al que no es fácil confundir con otra persona, pues se le reconoce fácilmente por ser cojo, defecto físico que no tiene, según parece, el que estuvo en la notaría á otorgar las escrituras.

El verdadero Bartolomé Barreiro protestaba indignado, jurando y perjurando que é no había hecho escritura alguna, pero sus protestas no desconcertaron á los testigos, quienes le señalaron sin vacilación, asegurando que él fué quien les requirió para que le sirvieran como testigos.

El lío, como se vé, es morrocotudo, y costará no poco trabajo ponerlo en claro.

El verdadero Bartolomé tendrá ahora que probar, valiéndose de testimonio de sus convecinos, que no salió de Arzúa en los días que se firmó la escritura.

Historia íntima.-Relaciones del tío con los sobrinos.

En todo esto parece que hay una historia íntima, según manifestaciones de personas que conocen a los protagonistas.

Bartolomé Barreiro Guntín y su sobrina Carmen Ares Barreiro, sostuvieron relaciones durante algún tiempo, de que aquélla tuvo un hijo.

El se resistía a casarse con ella y como compensación le había ofrecido que no contraería matrimonio con ninguna otra mujer y que la dejaría en posesión de todos sus bienes.

Pasó el tiempo y Bartolomé olvidando todas sus promesas, contrajo matrimonio con otra mujer.

Carmen trató de impedirlo pero nada consiguió.

Meses después de haberse casado su tío, trabó relaciones con otro individuo, el mismo, según parece que suplantó á aquel para el otorgamiento de las escrituras, con el que vive o vivió maritalmente, y entre los dos fraguaron el plan de despojar á Bartolomé de sus propiedades, valiéndose del procedimiento empleado.

O avogado de Bartolomé, Manuel Linares Rivas

Levábanse mal unha sogra máis unha nora

Antón Santamaría e Dorothé Schubarth recolleron en Maroxo, en 1979 este conto, narrado por unha muller chamada Salomé. Compartimos o audio e transcribimos o texto:

Levábanse mal unha sogra máis unha nora, entonces, á sogra, deulle un accidente e botou unha chea de días sin resucitar, pero non morreu. E xa a levaban para ir enterrar. Levábana, iban xa con ela na caixa, pero, naquel día iban as caixas abertas, non iban tapadas coma ahora. E pasaron por baixo dun carballo, e iban os homes con ela, a hombros, e ela aquel alto que iba na caixa, volveulle o sentido, e veu que a levaban na caixa e levantou sentada e enganchouse na pola dun carballo. E despois, claro que se houbo que ir con ela para casa, dende logo. Pero despois, ao cabo dun ano morreu, morreu de verdade, e iban con ela e a nora choraba por ela (facía que choraba), e dicía: “Miña nai non a és, miña sogra é mal dito, ¡adios nai do meu home!, ¡adiós nai do meu home!, ¡arredar do carballo que non faga como o ano pasado!”.