Arzúa no ano 1985 no arquivo da TVG

Neste de vídeo, emitido pola TVG o 31 de decembro do ano 1984 no que se poden ver imaxes da rúa de Lugo, a praza da vila, a festa do queixo, explotacións agrarias e gandeiras, a rua do Carme, o taller de Guarnicionería Hermanos Gómez da Fraga do Rei, a igrexa de Santiago de Arzúa, a igrexa de Rendal e o Pazo de Brandeso coa sua capela (San Lourenzo)

A Arzúa de 1988 segundo a pluma de José Luis Alvite

Arzúa José Luis Alvite

Con motivo da décimo terceira Festa do Queixo de 1988 o xornal “La Voz de Galicia” publicou un especial no que se incluíu un artigo de José Luis Alvite baixo o título “Arzúa: un invierno de luz a fuego lento” e no que o famoso periodista acaba confesando que o seu soño era morrer en Arzúa, onde nos seus funerais uliría a un tempo a incenso e filloas.

O artigo estaba ilustrado cunha fotografía de Tino Viz e o texto dicía así:

Arzúa (Por José Alvite, enviado especial). ¿Cómo divertirse cuando uno se pasa la vida a 43 grados latitud norte y 8 grados 10 minutos longitud oeste? ¿Cómo sobreponerse a la melancolía, al tedio, al implacable pero morboso paso del tiempo cuando uno está de brazos cruzados en un lugar a cielo abierto, no pasa febrero y la temperatura media es de 7,5 grados centígrados? Para el viajero de la empresa «Freire» que circula con ciertas prisas entre Compostela y Lugo, la villa de Arzúa puede ser la inhóspita parada en la que un día (¿era Arzúa?) pudo comprar fuera de hora el regalo que olvidara. Para otros, Arzúa será el lugar en el que vomitó hace treinta años, cuando de niño le llevaban sus padres a Lugo, donde se entendía que empezaba el extranjero, donde inclusa parecía probable encontrarse gallegos negros. Pero para los arzuanos, la agridulce Arzúa es el foro familiar en el que cotidianamente debaten las cosas grandes y las cosas pequeñas, donde soportan las inclemencias de la vida en un clima que a este viajero le parece acogedor, hogareño, simple y hondo al mismo tiempo. Seguramente uno de los tan numerosos y a menudo exquisitos escritores de viajes que regaló al mundo Inglaterra hubiese hecho más por Arzúa que los coches de «Freire», que ya no es poco.

Paisaje conmovedor

Habría que empezar por viajar en carreta porque el deleite consiste generalmente en la parsimonia. Mi compañero Manolo Beceiro me transportó en un «Escort» e hizo lo posible por circular con cierta ceremonia, lo que me ha permitido degustar un paisaje vespertino verdaderamente conmovedor. No se trata en este caso del socorrido valle umbrío por el que corre el río manso y al que los poetas, siempre tan manirrotos, ponen ocasionalmente unos cerámicos cisnes danubianos.

Los ríos de Arzúa son cursos de altura, ríos aéreos, escarpados, con soberbios ejemplos de indolencia, como ocurre con las colas del embalse de Portodemouros, que inunda hermosas vaguadas. Las ácidas tierras arzuanas escupen el río, no se quedan apenas con sus aguas; hacen resbalar como agua de porcelana.

En el cautivador diapasón de Brandeso se fijó el genio de don Ramón del Valle Inclán para alojar a sus personajes durante las inolvidables páginas de «La sonata de otoño». Naturalmente, el Marqués de Bradomín no cabalga por las tierras altas de Arzúa porque a 340 metros sobre el nivel del mar parece imposible que sobrevivan los vegetales de que está hecha su alma, que es una especie de jardín veneciano, casi una flor acuática.

Pero necesitaba don Ramón un nombre sonoro, algo misterioso, ni largo ni corto. Y tomó el de Brandeso para que en el pazo languideciese Concha, para que por sus pasillos se viese con penumbra de candelabro al marqués de Bradomín llevando en brazos a su amada muerta, a su Concha blanda, derretida por el hastío y la pasión.

La sonata valleinclanesca tiene un aroma presalobre y la brisa de sus páginas es la brisa leve que mece las dornas arosanas y no el viento afilado que dobla en Arzúa los eucaliptos y tuerce hasta el Iso las «polas» de los árboles.

Invierno dorado

A ciertas horas hay en Arzúa un invierno dorado, un invierno de luz a fuego lento, una luz astral que tuesta deliciosamente él paisaje y la tez de los niños. Así fue hace unos días, cuando rematamos el viaje en el alto vértice arzuano, donde acaban los párrafos verdes de la tierra y empiezan los esmerilados renglones del cielo.

A las ocho de la tarde de un día de semana no hay discoteca abierta y se encuentra poca gente en los bares. Me dicen que es una población laboriosa, sin ocio posible, sin tiempo para el desperdicio al estilo compostelano. Apenas hay luces de neón, ni tráfico en las calles. Se percibe una sedante sensación de holgura, de espacios sobrantes, de lugar bastante para aparcar un tren cargado de gente soñolienta apenas iluminada por la potásica luz de los vagones.

En un bar hay dos muchachas con las piernas recogidas sobre un sofá. Miran al televisor, que está en un ángulo oscuro del café. Cerca de la puerta, en un recodo de la barra, nos miran dos clientes fijos, probablemente intrigados por nuestra presencia con papeles en las manos y la conversación muy alta, afinada en el tono excéntrico a que obliga la mundanidad en los pubs de Compostela.

No hay discoteca salvo que sea fin de semana. Quien tengan menos de veinte años difícilmente recordará que hubo cine en Arzúa. Prácticamente han muerto los repartos completos de las últimas películas proyectadas en el cinematógrafo local.

Pero sobreviven muchachas acaso dulces y taciturnas, heridas muchachas de lánguida mirada abrochada con ojos de lava azul, que, como la Mia Farrow de «La rosa púrpura de El Cairo», sueñan con que del autobús de «Freire» baje algún día un tipo alto y desenvuelto, un hombre maduro con pies grandes y manos calientes, uno de esos seres improbables que alimentan nuestros sueños hasta que la muerte nos escoge con sus pies blandos y sus manos heladas para escondernos donde ni los perros nos huelan.

Mi triste sueño favorito

Pero del autobús de «Freire» nunca baja nadie capital, nadie que cambie el orden de los ríos, el brillo del sol, el impepinable agotamiento de un día y otro día, un mes y otro mes, un año y otro año sin que ocurra nada que nos cambie el pulso, sólo con la genérica sensación de que la chica del sofá acabará cayendo en brazos de un perito agrónomo que la cautivará con una conversación sobre la repercusión del glaucoma en la productividad de las abejas.

He de confesar que muchas veces he huido de Compostela buscando las escasas arzúas del mundo y en no pocas ocasiones en mi frenesí fugitivo he ido a parar a los cafés de Arzúa. Es apasionante que todo el mundo se conozca, que tengas cerca el socorro del amigo, la cocina del vecino, el consuelo de la puerta de al lado, que todo el mundo se sepa de memoria la talla de camisa del convecino, sus nostalgias, su fe o sus incógnitas.

En un censo de 7.137 habitantes (datos del 86) nadie muere sin una mano de la que despedirse, sin un beso salado, sin que se le ponga un nudo en la garganta al humilde, anónimo, sobrio can sin pedigrí, sin sotueres, sin heráldica, tan distinto del perro educado, enciclopedista, presuntuoso y urbano perro de salón que da la impresión de estar siempre a punto de aparecer como suplente en alguna lista electoral.

Unos cuantos grados por debajo de la temperatura compostelana a la que a diario apuro mi desolación personal, he percibido en Arzúa la sensación de haber pasado unas horas sentado al borde de mi triste sueño favorito: morir donde sea posible que en mis funerales huela a un tiempo a incienso y a filloa.

Brandeso, San Lourenzo na guía de Everest de 1987

Brandeso: retablo do Socorro

A continuación transcribimos as páxinas 80 a 82 da guía editada por Everest e o Concello de Arzúa, primeiro en castelán (1987) e logo en galego (1988), escrita por Eduardo Aurelio Cacheda Vigide e que leva por titulo “Arzúa no Camiño de Santiago”:

Seguindo a estrada de Arzúa a Vila de Cruces, ó pasármo-lo río Iso, atopámo-la parroquia de Brandeso. Os seus 179 habitantes viven repartidos nos lugares de Bustelo, Campos, Casal de Abaixo, Casal de Arriba, Cimadevila, Cubelo, Garmalla, Igrexa, Monteiros e Piñeiro.

A súa igrexa parroquial é do século XVIII, construída de canteria e cachotería, con remates de pináculos estirados, tanto na súa fachada como no segundo corpo da espadana. O retablo maior é de finais do século XVIII con algún detalle rococó. Nel hai dúas imaxes (San Ramón e San Buenaventura, ámbolos dous vestidos de Cardeal) de grande calidade e pouco frecuentes nas igrexas rurais. Son do século XVIII.

Pero a xoia artística do templo constitúea o retablo da Virxe do Socorro, da escola de Ferreiro, de orde xónica con pilastras e belas columnas. Na fornelo central hai unha fermosa imaxe da Virxe do Socorro, derivación doutra da mesma advocación conservada en San Martín Pinario de Santiago. Tamén son de notable interese as imaxes de San Antonio e de San Roque, situadas no mesmo retablo.

Na mesma parroquia e moi preto da igrexa, está o pazo de Brandeso que, pola súa arquitectura, é un dos máis notables da provincia da Coruña. Dende a estrada accedese ó pazo e finca que o rodea, a través dun enorme portal co escudo da familia. O edificio, de planta rectangular, é dos séculos XVII, XVIII e XIX, con restos de antigas torres. No centro un grande tímpano co escudo dos Aguilar coa súa aguia explaiada, Mosquera (cinco cabezas de lobo en sotuer) e Montero que contén unha árbore cun can atado e unhas chaves adosadas ó toro.

É de cachotería ó aire, sen revestimento e co coroamento da fachada a base de merlóns.

Frente ó pazo está a capela que foi construía no 1544 e reformada no 1664. É de salienta-lo conxunto axardinado que rodea o pazo e a capela.

Poida que atraído pola sonoridade ou pola musicalidade do nome, Valle Inclán adoptou o do pazo de Brandeso, trocándolle unicamente o nome de San Lourenzo polo de San Clemente, para escenario no que habían de acontece-los amores do marqués de Bradomín coa pobre concha, na súa “Sonata de Otoño”.

Os titulares do pazo chegaron a posuir grandes propiedades de terra en Brandeso e Dombodán, cunha renda anual que superaba os quince mil ferrados.

Unhas 45 ha. destas posesións, especialmente as que rodean o pazo, están hoxe dedicadas a unha plantación intensiva de árbores froiteiras, maceiras e pereiras.

A propiedade do pazo é da familia Gasset.

Pazo de Brandeso

Os pazos de Arzúa na guía de Xosé L. Laredo Verdejo

Na guía que en 1999 editou o Concello de Arzúa (sen ISBN), titulada “Guía de Arzúa. Terra de Quesos, Caminos y Turismo Rural” e que escribeu Xosé Luis Laredo Verdejo adícase un apartado aos pazos do concello de Arzúa. Menciona dez e son os seguintes:

  • Remesil
  • Fondevila
  • A Riba
  • Bascuas
  • Pumar
  • Sedor
  • Outeiro
  • Orxal
  • Calvos
  • Brandeso

Adicionalmente, nun pe de foto citase a casa grande do lugar do Curro na parroquia de Figueroa. Reproducimos o texto do apartado 9, “Pazos”, que comenza na páxina 89:

Eran muchos los pazos desde los que los feudales gobernaban las tierras de Arzúa, por la feracidad de sus tierras y su importancia histórica. La mayoría han perdido su carácter pacego y abandonados o vendidos por sus señores se han convertido, en el mejor de los casos, en grandes casas de labranza. Así vemos el de Remesil en Dombodán, el de Fondevila, junto a la iglesia de Pantiñobre y el de A Riba, de la que sólo queda la capilla de San Bieito. Cerca de Ribadiso, se restauró acertadamente el pazo de Bascuas.

En Castañeda se miran dos grandes pazos de factura muy similar. A la orilla del Camino de Santiago el de Pumar, habitado y bien conservado, con su chimenea coronada de pináculos, torre y una galería orientada al mediodía. Frente a él, convertido en casa rural, el monumental pazo de Sedor, que fue solar de los Pita da Veiga. En el límite con el municipio de Melide, confundido con el poblado de Boente también se conserva en parte el que fue pazo de Outeiro de Boente.

La carretera de Arzúa a Pontecarreira atraviesa la extensa parroquia de Calvos de Sobrecamiño, en la que se conservan varios pazos. El de Orxal destaca en medio de este poblado por el volumen de su construcción del siglo XVII y la gran chimenea y el de Calvos de Sobrecamiño, al lado de la iglesia de San Martiño, perfectamente restaurado.

El pazo de Brandeso, en la parroquia de este mismo nombre, es sin duda el que mejor se ha conservado, desde su construcción en 1554, según una inscripción que aparece en la capilla. Las reformas posteriores a esa fecha son evidentes, pero conserva sereno su antigua grandeza.

O que dí a Gran Enciclopedia Galega do Concello de Arzúa

O tomo dous da Gran Enciclopedia Galega, editada por Silverio Cañada no ano 1974 e con ISBN 84-7286-037-x contén nas páxinas 237 e 238, baixo a voz “Arzúa” un artigo de Antonio Taboada Roca adicado ao Concello de Arzúa e que hoxe reproducimos. Incluímos ademáis unha fotografía da época da praza da vila que ilustra o artigo.

ARZÚA. Municipio de la provincia de La Coruña y diócesis de Santiago. Limita al N. con los municipios de Boimorto y Frades, al S. con el río Ulla, que los separa de la provincia de Pontevedra, al E. con el Ulla y los municipios de Melide y Santiso, y al O. con los Touro y O Pino. Tiene una extensión de 154,6 km.² y una población de 9.064 habitantes, agrupados en las parroquias de Santa María de Arzúa, Santiago de Arzúa, Boente, Brandeso, Branzá, Burres, Calvos de Sobrecamiño, Campo, Castañeda, Dodro, Dombodán, Figueiroa, Lema, Maroxo, A Mella, Oís, Pantiñobre, Rendal, Tronceda, Viladavil, Vilantime y Viñós. El terreno es accidentado y de naturaleza arcillosa, con elevaciones que no sobrepasan los 500 m., siendo las principales el monte Viso, Martelo, Maroxo, Castro-Cornedo, Cornado. El Iso, que nace en las faldas occidentales del Bocelo y riega el valle de Arzúa, el Ulla, Carracedo, Mera y Tambre son los ríos principales. El clima es atlántico y los vientos más frecuentes son los del N. y los del S., estos últimos portadores de lluvias, abundantes de enero a abril. Las temperaturas se mantienen dentro d euna amplitud media relativamente moderada. La principal vía de comunicación es la carretera Santiago-Lugo y la de Arzúa a Lalín, además de varias carreteras locales. La estación de ferrocarril más próxima es la de Curtis, a 24 km.
La economía se basa en la agricultura y en la ganadería. Las tierras cultivadas están muy repartidas y producen principalmente maíz, patatas, frutales, hortalizas, forrajes, trigo y centeno. cuenta con buenas praderías, muchas de ellas con regadío y de notable rendimiento. El ganado vacuno, de cerda y lanar, además de las explotaciones avícolas, constituyen la principal fuente de riqueza. La explotación forestal desempeña también un papel importante, sobre todo el pino, eucalipto, castaño, roble, abedul y fresno, que abundan en las tierras no cultivadas de propiedad privada, con la particularidad de que, además, estas tierras producen pastos permanentes, excepto en los pinares. La fauna es la característica de estas zonas y climas: lobos, zorros, jabalies, liebres, conejos, perdices, etc. La industria tiene poca importancia, sin embargo hay que señalar la existencia de dos pequeñas fábricas de tapizados, varios aserraderos y unos veinte talleres de carpintería mecánica. La actividad comercial del municipio se centra en las dos ferias mensuales que se celebran en Arzúa los días 8 y 22 de cada mes y son unas de las más importantes de Galicia por la gran afluencia de ganado y de productos agrícolas. Algunos autores -dice A. Taboada Roca- creen que la Araduca citada por Tolomeo en su Geografía Universal es la actual villa de Arzúa, que en la Edad Media se reducía a unas cuantas casa a orillas del Camino de Santiago y próximas a su iglesia parroquial. su antigua jurisdicción comprendía diez feligresías, cuyo señorío ejercían los arzobispos de Compostela, los cuales le concedieron los siguientes fueros:
“Esto he o que o Arcebispo ha na vila d’Arçua: O temporal e o espiritual. E o Concello deulle dar dous cobres e facer a o Arcebispo ou seu Vicario dos dous cobre dúas xusticias e deue fazer o xuez e o notario na dita vila. Item cando o Arcebispo veña de Castela ou de roma ou d’en cas do Rey, hanlle de dar os moradores da dita vila un odre de viño e sesenta panes de senllos diñeiros. Item a medad dos portajes e a medad das voces e dos amezios e a outra amedade he do Concello. Item o padrón da iglesia de Santiago d’Arçua.” Labrada, en la descripción económica de Galicia (1804), dice que la jurisdicción de Arzúa tenía en esa fecha 612 vecinos y que sólo había una fábrica de tejas en Sendelle. En Arzúa -sigue diciendo- se celebra feria el día 8 de cada mes y concurre a ella mucho ganado vacuno, caballar, lechones, gallinas, huevos, trigo y centeno. Episodios notables de las luchas civiles que tuvieron por marco esta zona fueron, según Taboada Roca, el sermón pronunciado en Arzúa por Santiago Pastoriza, el 30 de mayo de 1831, con motivo de la bendición de la bandera de los voluntarios realistas, en el que relató los actos de heroísmo de sus paisanos. En un choque de aquéllos com los constitucionales, éstos derribaron la torre antigua de la iglesia parroquial. Tres años después, la villa y comarca de Arzúa fueron testigos de las luchas carlistas y liberales.
Prueba evidente de la importancia histórica de este municipio, atravesado por el camino de Santiago, es la abundancia de casas señoriales esparcias por todo el término. Si bien unas han desaparecido y otras están en ruínas, aún son varias las que se mantienen en pie. Así, por ejemplo, la de Brandeso, de los Montero Figueroa, de la misma familia de la que provienen Rosalía Castro y Emilia Pardo Bazán; la de Orxal, la de Vilantime, la de Bascuas, la de Barrio y la de Sedor, de los Pita da Veiga, descendientes del soldado gallego que hizo prisionero a Francisco I, rey de Francia en la batalla de Pavía. Los principales monumentos son la capilla de la Madalena, antigua hospedería de peregrinos, y la torre de la iglesia parroquial, que data de 1829. Los edificios del ayuntamiento, del juzgado y de la carcel fueron construídos el siglo pasado, gracias a la iniciativa de Barreiro, diputado en Cortes por este distrito.
Todavía se conserva la creencia popular del poder curativo -sólo para el dolor de muelas- de las campanas de Rendal. Los que sufrían este mal tocaban, para curarlo, las campanas cogiendo la cadena del badajo con la boca el Sábado de Gloria. Muy popular es también el dicho, onomatopéyico en parte, atribuído a estas campanas.
As campanas de Rendal
din: quen ten val.

Entre los numerosos hijos ilustres de este municipio es necesario mencionar a Pita da Veiga, Basilio Carril, Xan de Arzúa, los hermanos Souto Vila, Xesús Bendaña, etc.