Basilio Carril na Gran Enciclopedia Gallega

Na páxina 111 do tomo 5 da Gran Enciclopedia Gallega recóllese un artigo de Benedicto García Villar baixo a entrada Basilio Carril, que dí así:

Fue con Faustino Santalices, Avelino Cachafeiro, y Paulino Pérez Sánchez, uno de los más importantes gaiteiros y artesanos gallegos de los últimos años. Nacido en Arzúa (La Coruña) el 26 de junio de 1914, desde muy joven vivió en Santiago, en donde su padre (Ramón), que era constructor de gaitas en Arzúa, instaló su taller en 1919.

Su primera afición musical es la guitarra, a la que siempre le dedicará una especial atención. Siendo todavía niño, pasaba horas en un portal de la calle de A Algalia, de Santiago, en la que un grupo de jóvenes estudiantes ensayaban con sus guitarras. Esto le movió a fabricar él mismo su guitarra, sin otro maestro que la intuición y el sentido musical. A los 13 años empieza a trabajar con su padre en el taller de la Rúa de San Pedro, continuando en él hasta agosto de 1974. Afiliado a la Agrupación Artística Compostelana, desarrolla en ella su afición de guitarrista hasta el año 1936 en que participa, en las filas del Frente Popular, en la guerra civil. En mayo del 38, estando en Asturias, escribía en su diario «Éste es el más de los grandes acontecimientos para bien de nuestra victoria definitiva. Este mes veremos el pronto fin de esta cruel guerra.»

De vuelta a Santiago, se integra de nuevo al taller de gaitas; pero entonces ese trabajo no proporciona el mínimo sustento económico y Carril tiene que dedicarse a realizar trabajos de artesanía para turistas. Figuras de Don Quijote, Sancho Panza, hórreos, zocas… botafumeiros, que se vendían por cientos en los comercios de Santiago. En 1947, a la muerte de su padre, se tiene que dedicar por entero a la fabricación de gaitas, flautas traveseras, flautas de pico, pitos, asubiotes, pandeiros, bombos… etc. Famosa se hizo a partir de entonces su habilidad para fabricar punteiros y palletas. Realizaba sus trabajos en palo santo, ébano, olivo, marfil y, fundamentalmente, en buxo, la más abundante en Galicia de las maderas duras. Las gaitas por él fabricadas empezaron a gozar de gran cotización por la brillantez de sonido y buena afinación, siendo vendidas en toda Galicia y exportadas al resto de la Península, a todos los países de Europa y América, Japón, Australia… etc., encontrándose hoy ejemplares en varios museos europeos. Y al mismo tiempo que sus gaitas, adquiría fama la tertulia que en su taller tenía lugar todos los días. Por allí pasaban melómanos, gaiteiros, artesanos, estudiantes y extranjeros que tenían interés en conocerle, aprendiendo del amigo Carril innumerables matices, no sólo técnicos o musicales, sino humanos.

Obradoiro de Basilio Carril

Con Faustino Santalices proyectó la creación en Santiago de un taller-escuela pero, según él mismo confesó, no pudo llevarse a cabo por falta del necesario apoyo de los organismos competentes. En agosto de 1973 fue invitado por el Museo de Louvre de París para realizar trabajos de construcción de instrumentos musicales de viento que hubieran ya desaparecido o estuvieran en trance de desaparición. Para ese trabajo, el museo ponía a su disposición una importante colección de grabados en los que dichos instrumentos están representados. También en agosto de 1973 recibe una invitación para trabajar como artesano en el Conservatoire Ocitan des Arts. Al año siguiente recibe el título de «Artesano Ejemplar». Pero paralelamente a su labor como artesano desarrolla su vocación de gaiteiro. Con Jesús Rodríguez* Sánchez (Susiño), formó una de las más famosas parejas de gaiteiros de Galicia. Ellos fueron, con Paco Pose, los iniciadores de la modalidad musical de pitos gallegos y coautores de piezas como Anacos de unto, Maruxa, Vindo do Faro, Farangulliñas, O Pote, Caramuñeira, etc. ; formó parte del grupo Os Jacobeos, con Alicia Pazos (piano), Manuel Suárez Moscoso (voz), Miguel de Santiago (flauta) y José Vidal (tamboril); dirigió la sección musical del Grupo de Danzas de la Sección Femenina de Santiago; participó en el Grupo de Danzas de la Sección Femenina de La Coruña y en el Orfeón Terra a Nosa. Pero con el grupo que más éxitos consiguió fue con el de gaitas de Cantigas e Agarimos de Santiago, compuesto por Juan Bello Mallóu, José Vidal Freire, Ricardo Fernández Pereira y Carril. Este grupo obtuvo innumerables premios en Lugo, Mondoñedo, Orense, Ponteareas, Porriño, Santiago, Tui, Vigo, etc., participando en la mayor parte de los certámenes de gaita celebrados en Galicia.

Con todos estos grupos actuó por toda la Península, Europa y parte de Asia y Africa y grabó varios discos. Además de las ya mencionadas, son de su creación las piezas : Buxos Verdes, O Gaiteiro, Zaralalá de Arzúa, marchas para justas medievales, etc.

En colaboración con Miguel de Santiago preparó un Método de Gaita que no llegó a publicarse. Murió Basilio Carril el 23 de diciembre de 1974 en Santiago.

A Arzúa de 1988 segundo a pluma de José Luis Alvite

Arzúa José Luis Alvite

Con motivo da décimo terceira Festa do Queixo de 1988 o xornal “La Voz de Galicia” publicou un especial no que se incluíu un artigo de José Luis Alvite baixo o título “Arzúa: un invierno de luz a fuego lento” e no que o famoso periodista acaba confesando que o seu soño era morrer en Arzúa, onde nos seus funerais uliría a un tempo a incenso e filloas.

O artigo estaba ilustrado cunha fotografía de Tino Viz e o texto dicía así:

Arzúa (Por José Alvite, enviado especial). ¿Cómo divertirse cuando uno se pasa la vida a 43 grados latitud norte y 8 grados 10 minutos longitud oeste? ¿Cómo sobreponerse a la melancolía, al tedio, al implacable pero morboso paso del tiempo cuando uno está de brazos cruzados en un lugar a cielo abierto, no pasa febrero y la temperatura media es de 7,5 grados centígrados? Para el viajero de la empresa «Freire» que circula con ciertas prisas entre Compostela y Lugo, la villa de Arzúa puede ser la inhóspita parada en la que un día (¿era Arzúa?) pudo comprar fuera de hora el regalo que olvidara. Para otros, Arzúa será el lugar en el que vomitó hace treinta años, cuando de niño le llevaban sus padres a Lugo, donde se entendía que empezaba el extranjero, donde inclusa parecía probable encontrarse gallegos negros. Pero para los arzuanos, la agridulce Arzúa es el foro familiar en el que cotidianamente debaten las cosas grandes y las cosas pequeñas, donde soportan las inclemencias de la vida en un clima que a este viajero le parece acogedor, hogareño, simple y hondo al mismo tiempo. Seguramente uno de los tan numerosos y a menudo exquisitos escritores de viajes que regaló al mundo Inglaterra hubiese hecho más por Arzúa que los coches de «Freire», que ya no es poco.

Paisaje conmovedor

Habría que empezar por viajar en carreta porque el deleite consiste generalmente en la parsimonia. Mi compañero Manolo Beceiro me transportó en un «Escort» e hizo lo posible por circular con cierta ceremonia, lo que me ha permitido degustar un paisaje vespertino verdaderamente conmovedor. No se trata en este caso del socorrido valle umbrío por el que corre el río manso y al que los poetas, siempre tan manirrotos, ponen ocasionalmente unos cerámicos cisnes danubianos.

Los ríos de Arzúa son cursos de altura, ríos aéreos, escarpados, con soberbios ejemplos de indolencia, como ocurre con las colas del embalse de Portodemouros, que inunda hermosas vaguadas. Las ácidas tierras arzuanas escupen el río, no se quedan apenas con sus aguas; hacen resbalar como agua de porcelana.

En el cautivador diapasón de Brandeso se fijó el genio de don Ramón del Valle Inclán para alojar a sus personajes durante las inolvidables páginas de «La sonata de otoño». Naturalmente, el Marqués de Bradomín no cabalga por las tierras altas de Arzúa porque a 340 metros sobre el nivel del mar parece imposible que sobrevivan los vegetales de que está hecha su alma, que es una especie de jardín veneciano, casi una flor acuática.

Pero necesitaba don Ramón un nombre sonoro, algo misterioso, ni largo ni corto. Y tomó el de Brandeso para que en el pazo languideciese Concha, para que por sus pasillos se viese con penumbra de candelabro al marqués de Bradomín llevando en brazos a su amada muerta, a su Concha blanda, derretida por el hastío y la pasión.

La sonata valleinclanesca tiene un aroma presalobre y la brisa de sus páginas es la brisa leve que mece las dornas arosanas y no el viento afilado que dobla en Arzúa los eucaliptos y tuerce hasta el Iso las «polas» de los árboles.

Invierno dorado

A ciertas horas hay en Arzúa un invierno dorado, un invierno de luz a fuego lento, una luz astral que tuesta deliciosamente él paisaje y la tez de los niños. Así fue hace unos días, cuando rematamos el viaje en el alto vértice arzuano, donde acaban los párrafos verdes de la tierra y empiezan los esmerilados renglones del cielo.

A las ocho de la tarde de un día de semana no hay discoteca abierta y se encuentra poca gente en los bares. Me dicen que es una población laboriosa, sin ocio posible, sin tiempo para el desperdicio al estilo compostelano. Apenas hay luces de neón, ni tráfico en las calles. Se percibe una sedante sensación de holgura, de espacios sobrantes, de lugar bastante para aparcar un tren cargado de gente soñolienta apenas iluminada por la potásica luz de los vagones.

En un bar hay dos muchachas con las piernas recogidas sobre un sofá. Miran al televisor, que está en un ángulo oscuro del café. Cerca de la puerta, en un recodo de la barra, nos miran dos clientes fijos, probablemente intrigados por nuestra presencia con papeles en las manos y la conversación muy alta, afinada en el tono excéntrico a que obliga la mundanidad en los pubs de Compostela.

No hay discoteca salvo que sea fin de semana. Quien tengan menos de veinte años difícilmente recordará que hubo cine en Arzúa. Prácticamente han muerto los repartos completos de las últimas películas proyectadas en el cinematógrafo local.

Pero sobreviven muchachas acaso dulces y taciturnas, heridas muchachas de lánguida mirada abrochada con ojos de lava azul, que, como la Mia Farrow de «La rosa púrpura de El Cairo», sueñan con que del autobús de «Freire» baje algún día un tipo alto y desenvuelto, un hombre maduro con pies grandes y manos calientes, uno de esos seres improbables que alimentan nuestros sueños hasta que la muerte nos escoge con sus pies blandos y sus manos heladas para escondernos donde ni los perros nos huelan.

Mi triste sueño favorito

Pero del autobús de «Freire» nunca baja nadie capital, nadie que cambie el orden de los ríos, el brillo del sol, el impepinable agotamiento de un día y otro día, un mes y otro mes, un año y otro año sin que ocurra nada que nos cambie el pulso, sólo con la genérica sensación de que la chica del sofá acabará cayendo en brazos de un perito agrónomo que la cautivará con una conversación sobre la repercusión del glaucoma en la productividad de las abejas.

He de confesar que muchas veces he huido de Compostela buscando las escasas arzúas del mundo y en no pocas ocasiones en mi frenesí fugitivo he ido a parar a los cafés de Arzúa. Es apasionante que todo el mundo se conozca, que tengas cerca el socorro del amigo, la cocina del vecino, el consuelo de la puerta de al lado, que todo el mundo se sepa de memoria la talla de camisa del convecino, sus nostalgias, su fe o sus incógnitas.

En un censo de 7.137 habitantes (datos del 86) nadie muere sin una mano de la que despedirse, sin un beso salado, sin que se le ponga un nudo en la garganta al humilde, anónimo, sobrio can sin pedigrí, sin sotueres, sin heráldica, tan distinto del perro educado, enciclopedista, presuntuoso y urbano perro de salón que da la impresión de estar siempre a punto de aparecer como suplente en alguna lista electoral.

Unos cuantos grados por debajo de la temperatura compostelana a la que a diario apuro mi desolación personal, he percibido en Arzúa la sensación de haber pasado unas horas sentado al borde de mi triste sueño favorito: morir donde sea posible que en mis funerales huela a un tiempo a incienso y a filloa.

Vías de comunicación no partido xudicial de Arzúa en 1931

O domingo nove de novembro de 1931, na páxina 6 do xornal La Voz de Galicia, publicouse, dentro da serie “Jurisdicciones de Galicia”, a entrega IV das referidas ao partido xudicial de Arzúa. Leva por título “Vías de comunicación”, e ao igual que todas as outras, ven firmada por Heliodoro Gallego Armesto.

No son, ciertamente, los habitantes del partido judicial de Arzúa, los que más derecho tienen a quejarse por falta de vías de comunicación.


Por su parte N. cruza el ferrocarril de Palencia a La Coruña, que poco después de entrar en él, salva el puente de Samel sobre el Mandeo, en medio de un pobre y áspero paisaje, determinado por una amplia meseta, pletórica de terrenos incultos o dejados a monte, encontrando a continuación tierras sembradas al aproximarse a la estación de Teijeiro, lugar de poca importancia y escaso vecindario, asentado a 487 metros sobre el nivel del mar, y en el cual se alza la Casa Consistorial del municipio de Curtis. A 12 kilómetros de este lugar, por carretera, están las ruinas del Monasterio de Sobrado de los Monjes, que ofrecen a la contemplación del turista, con sus riquezas arquitectónicas, las huellas de su pasado esplendoroso.


Al salir de Teijeiro cruza la vía el río Carregal, y continúa por una penillanura grisácea enverdecida por los tojos, que en primavera y otoño florecen de vivo amarillo; asciende una fuerte pendiente con grandes trincheras y una vez alcanzado el punto más alto 553 metros) salva los pasos de La Illana mediante grandes desmontes y terraplenes, y sin que nada recree el espíritu por falta de arbolado y regular vegetación, pasa bajo un puente, cruza una gran trinchera y sigue descendiendo por las asperezas y revueltas de la serrana estribación de los Montes de la Tieira para detenerse en la estación de Curtis, asentada en el lugar de Osbodeos.


Al pie de la estación, siguiendo la linea de la carretera, se ha creado un nuevo barrio, pero el pueblo de Curtis queda muy lejano, por la izquierda sobre un altozano que baña el río Cabalar. Desde estación hay servicio regular de automóviles a Santiago, Arzúa y Mellid.


Volviendo desde aquí la vía al S. cruza una gran trinchera en curva, pasa bajo la carretera de Betanzos y a través de un tunel abandona la comarca arzuana para seguir descendiendo a La Coruña.


De la red de carreteras que cruzan el partido judicial de Arzúa son las más importantes la de Santiago a Lugo, la de Golada a Betanzos y la de Arzúa a Teijeiro.


La primera, después de dejar en la Labacolla la directa a la estación de Curtis, penetra en tierras de Arzúa a través de bellos panoramas, donde la vista se recrea a cada paso con la contemplación de seculares bosques de robles y castaños, y ondulándose con ligera tendencia a ascender pasa por Amenal, pequeña aldea con 14 casas perteneciente a la parroquia de San Miguel de Ferreira (¿Pereira?).


Salva después varios riachuelos de límpidas aguas y mansa corriente, cuyas orillas aparecen festoneadas por graciosos “ameneiros” y frondosos fresnos y tras algunas bruscar curvas llega a Arca, cuyo núcleo principal queda a la derecha, pero cuyas construcciones modernas forman en la carretera un nuevo barrio, en donde se concentra el tráfico.


Pasa luego la carretera sucesivamente por los diminutos lugares de San Antón, Burgo, Dos Casas y Santa Irene, y un kilómetro después deja por la derecha otra carretera a Lalín (43 kilómetros). Asciende luego, pasando por Cerceda, salva el arroyo Ferreirós, deja la aldea del mismo nombre a la izquierda, cruza el lugar de Calle y llega a Burres, parroquia con 167 vecinos distribuídos en 18 caseríos. En este lugar parte a la derecha otra carretera a Puente Ulla (32 kilómetros).


Deja después a la izquierda la aldea de Cruz, salva varios arroyos y llega a Arzúa, villa con 751 habitantes y 103 viviendas, situadas en una altura de suaves pendientes, y la cual, vista desde lejos, parece una de las fortalezas de nuestra vieja historia. su altura sobre el nivel del mar es de 400 metros y su estación ferroviaria más próxima Curtis, a 27 kilómetros. Además de la que venimos describiendo, parten de ella otras carreteras a Teijeiro y a Puente de San Justo.


Tiene buenas casas para consistorio y escuelas; su pequeña iglesia parroquial guarda una bella imagen de San Francisco y presenta al exterior un relieve en piedra del sepulcro del Apóstol Santiago. A pesar del progreso iniciado en ella de unos años acá, aún le falta mucho para estar a la altura que merece.


Su calle principal es la del Carmen. Tiene un buen capo de feria. Del convento de Agustinos que en ella existió en remotos tiempos, queda solamente el recuerdo, denominándose “el convento” el sitio en que aquel se alzaba.


Pasado Arzúa la carretera se muestra ondulada a través de bellos paisajes; salva el río Isoó por el puente de Ribadiso, inmediato a otro del antiguo camino de Santiago y próximo al lugar que le da nombre, asiento en lejanos tiempos de un Hospital de peregrinos: atraviesa sucesivamente las parroquias de Castañeda y Figueroa, y 17 kilómetros después de Arzúa llega al cruce con la carretera de La Golada a Betanzos, donde en la última década se construyó un barrio moderno, perteneciente a la villa de Mellid, cuyo núcleo antiguo asienta a la izquierda en una penillanura a 463 metros sobre el nivel del mar, con varias calles y una bonita plaza, destacando entre sus edificios la casa palacio del Marqués de Corbera, la iglesia parroquial y el convento de Santi Spiritus, con su iglesia abierta al culto y en su torre el reloj de la villa. Hay además dos ermitas.


Casi unido al pueblo está el montículo llamado “El Castro” coronado por una pequeña capilla. Debe su nombre al hecho de haber estado emplazada en él la fortaleza de Mellid, combatida en muchas ocasiones, derruida en la guerra hermandina y cuya piedra aprovechó luego Sancho de Ulloa para construir el convento.


Después de Mellid desciende la carretera para salvar el río Furelos en la aldea del mismo nombre, y desde él vuelve a ascender con muy amplias y dilatadas curvas, en un bonito paisaje, pasando por Libureiro, y en el punto más alto de la cuesta casi en el extremo S. de los Montes de Carrión, abandona las tierras de Arzúa, para seguir a través de la provincia de Lugo.


Heliodoro Gallego Armesto

Os lobos atacan o cabriolé que levaba o correo

A revista decenal “La ilustración gallega y asturiana” publicou o 28 de novembro de 1881 esta nova:

Arzúa. A la salida de esta villa en la noche del 20, unos cuantos lobos sorprendieron al conductor de un cabriolé que conducía la correspondencia desde Santiago á Lugo. El caballo se desbocó, arrojando al conductor en medio de la carretera, el cual á duras penas pudo llegar á Mellid. Desde este punto salió otro conductor en busca de cabriolé y caballo, los que, después de largo tiempo, han sido encontrados en un barranco.

O que dí a Gran Enciclopedia Galega do Concello de Arzúa

O tomo dous da Gran Enciclopedia Galega, editada por Silverio Cañada no ano 1974 e con ISBN 84-7286-037-x contén nas páxinas 237 e 238, baixo a voz “Arzúa” un artigo de Antonio Taboada Roca adicado ao Concello de Arzúa e que hoxe reproducimos. Incluímos ademáis unha fotografía da época da praza da vila que ilustra o artigo.

ARZÚA. Municipio de la provincia de La Coruña y diócesis de Santiago. Limita al N. con los municipios de Boimorto y Frades, al S. con el río Ulla, que los separa de la provincia de Pontevedra, al E. con el Ulla y los municipios de Melide y Santiso, y al O. con los Touro y O Pino. Tiene una extensión de 154,6 km.² y una población de 9.064 habitantes, agrupados en las parroquias de Santa María de Arzúa, Santiago de Arzúa, Boente, Brandeso, Branzá, Burres, Calvos de Sobrecamiño, Campo, Castañeda, Dodro, Dombodán, Figueiroa, Lema, Maroxo, A Mella, Oís, Pantiñobre, Rendal, Tronceda, Viladavil, Vilantime y Viñós. El terreno es accidentado y de naturaleza arcillosa, con elevaciones que no sobrepasan los 500 m., siendo las principales el monte Viso, Martelo, Maroxo, Castro-Cornedo, Cornado. El Iso, que nace en las faldas occidentales del Bocelo y riega el valle de Arzúa, el Ulla, Carracedo, Mera y Tambre son los ríos principales. El clima es atlántico y los vientos más frecuentes son los del N. y los del S., estos últimos portadores de lluvias, abundantes de enero a abril. Las temperaturas se mantienen dentro d euna amplitud media relativamente moderada. La principal vía de comunicación es la carretera Santiago-Lugo y la de Arzúa a Lalín, además de varias carreteras locales. La estación de ferrocarril más próxima es la de Curtis, a 24 km.
La economía se basa en la agricultura y en la ganadería. Las tierras cultivadas están muy repartidas y producen principalmente maíz, patatas, frutales, hortalizas, forrajes, trigo y centeno. cuenta con buenas praderías, muchas de ellas con regadío y de notable rendimiento. El ganado vacuno, de cerda y lanar, además de las explotaciones avícolas, constituyen la principal fuente de riqueza. La explotación forestal desempeña también un papel importante, sobre todo el pino, eucalipto, castaño, roble, abedul y fresno, que abundan en las tierras no cultivadas de propiedad privada, con la particularidad de que, además, estas tierras producen pastos permanentes, excepto en los pinares. La fauna es la característica de estas zonas y climas: lobos, zorros, jabalies, liebres, conejos, perdices, etc. La industria tiene poca importancia, sin embargo hay que señalar la existencia de dos pequeñas fábricas de tapizados, varios aserraderos y unos veinte talleres de carpintería mecánica. La actividad comercial del municipio se centra en las dos ferias mensuales que se celebran en Arzúa los días 8 y 22 de cada mes y son unas de las más importantes de Galicia por la gran afluencia de ganado y de productos agrícolas. Algunos autores -dice A. Taboada Roca- creen que la Araduca citada por Tolomeo en su Geografía Universal es la actual villa de Arzúa, que en la Edad Media se reducía a unas cuantas casa a orillas del Camino de Santiago y próximas a su iglesia parroquial. su antigua jurisdicción comprendía diez feligresías, cuyo señorío ejercían los arzobispos de Compostela, los cuales le concedieron los siguientes fueros:
“Esto he o que o Arcebispo ha na vila d’Arçua: O temporal e o espiritual. E o Concello deulle dar dous cobres e facer a o Arcebispo ou seu Vicario dos dous cobre dúas xusticias e deue fazer o xuez e o notario na dita vila. Item cando o Arcebispo veña de Castela ou de roma ou d’en cas do Rey, hanlle de dar os moradores da dita vila un odre de viño e sesenta panes de senllos diñeiros. Item a medad dos portajes e a medad das voces e dos amezios e a outra amedade he do Concello. Item o padrón da iglesia de Santiago d’Arçua.” Labrada, en la descripción económica de Galicia (1804), dice que la jurisdicción de Arzúa tenía en esa fecha 612 vecinos y que sólo había una fábrica de tejas en Sendelle. En Arzúa -sigue diciendo- se celebra feria el día 8 de cada mes y concurre a ella mucho ganado vacuno, caballar, lechones, gallinas, huevos, trigo y centeno. Episodios notables de las luchas civiles que tuvieron por marco esta zona fueron, según Taboada Roca, el sermón pronunciado en Arzúa por Santiago Pastoriza, el 30 de mayo de 1831, con motivo de la bendición de la bandera de los voluntarios realistas, en el que relató los actos de heroísmo de sus paisanos. En un choque de aquéllos com los constitucionales, éstos derribaron la torre antigua de la iglesia parroquial. Tres años después, la villa y comarca de Arzúa fueron testigos de las luchas carlistas y liberales.
Prueba evidente de la importancia histórica de este municipio, atravesado por el camino de Santiago, es la abundancia de casas señoriales esparcias por todo el término. Si bien unas han desaparecido y otras están en ruínas, aún son varias las que se mantienen en pie. Así, por ejemplo, la de Brandeso, de los Montero Figueroa, de la misma familia de la que provienen Rosalía Castro y Emilia Pardo Bazán; la de Orxal, la de Vilantime, la de Bascuas, la de Barrio y la de Sedor, de los Pita da Veiga, descendientes del soldado gallego que hizo prisionero a Francisco I, rey de Francia en la batalla de Pavía. Los principales monumentos son la capilla de la Madalena, antigua hospedería de peregrinos, y la torre de la iglesia parroquial, que data de 1829. Los edificios del ayuntamiento, del juzgado y de la carcel fueron construídos el siglo pasado, gracias a la iniciativa de Barreiro, diputado en Cortes por este distrito.
Todavía se conserva la creencia popular del poder curativo -sólo para el dolor de muelas- de las campanas de Rendal. Los que sufrían este mal tocaban, para curarlo, las campanas cogiendo la cadena del badajo con la boca el Sábado de Gloria. Muy popular es también el dicho, onomatopéyico en parte, atribuído a estas campanas.
As campanas de Rendal
din: quen ten val.

Entre los numerosos hijos ilustres de este municipio es necesario mencionar a Pita da Veiga, Basilio Carril, Xan de Arzúa, los hermanos Souto Vila, Xesús Bendaña, etc.

Mortandade de reses entre Melide e Arzúa

A continuación reproducimos un texto publicado o 5 de novembro de 1832 no número 676 do xornal “El correo: periódico literario y mercantil”, fechado o 25 de outubro e que describe unha enfermidade das vacas chamada “nacida” e que afectou en 1826 ao gando entre Melide e Arzúa:

Lugo 25 de octubre.= Ha cesado la mortandad del ganado vacuno que se experimentó en el territorio de la jurisdicción de esta ciudad. A esta enfermedad se le da en el país el nombre de nacida. Se la considera contagiosa y producida por el calor, á que se sigue una gran hinchazon en la res que la hace rebentar. Se dice que está muy expuesta la persona que la desuella si le toca la sangre, de que se citan casos en el año de 1826 entre Mellid y Arzúa. En el inmediato pueblo de Albeiroa murió en este año una res, y pereció también todo el ganado vacuno, y los perros que tomaron el olfato en el lugar en donde había muerto., Un labrador perdió después hasta siete reses. La junta de sanidad de Lugo, escitada por su presidente el Sr. D. Manuel Cervela, comandante general, adoptó a su tiempo las medidas preservativas necesarias.

Arzúa era unha das principais vilas de Galiza no século XVII

No volume 1 do libro publicado en 1656 “Hispaniae et Lusitaniae itinerarium”, e escrito por Martin Zeller, concretamente na páxina 363, tras enumerar as principais cidades da Galiza (Ourense, Lugo, Tuy, Compostela, A Coruña, Ferrol) , o texto dí (en latín) que a parte de estas grandes cidades coñecidas tamén hai outras maís pequenas, como: Arzúa, Baiona, Vigo, Pontevedra, Padrón, Noia, Fisterra, A Coruña, Ferrol, Ribadeo, Sarria, Rivadavia, e Viana. Ademaís menciona a “Gummarez” e “Monterci”, das que decoñecemos a súa denominación actual

O texto en latín é este:

Prater has praecipae notae urbes, aliae etiam sunt minores, inter quas eminet sequentes: nimirum Arzua, Gummarez, Bajona, Vigo, Pontevedra, Padro, Noja, dua supra descriptae, Finisterrae, & Corunna; item Pontedeaume, Ferol, Ribadeo, Sarria, Rivadavia, Monterci, Viana, quarum nonnullae littus marinum occupantes maritimae sunt, aliae vero fluminibus accumbunt.