En xuño de 1847 varios xornais publicaron unha curiosa nova, reproducimos gracias a Diego e Bernardo Cascón a versión publicada o 11 de xuño de aquel ano en “El tiempo”
En el Boletín oficial de la Coruña se lee un exorto espedido por el juzgado de Arzúa, en averiguación de quién sea un hombre que se ha encontrado muerto á mano airada en un monte de aquel partido. Las señas del cádaver son las siguientes: edad como de 50 años… en el pecho y lado derecho tenia una estátua grabada, y á sus partes laterales dos columnas, en el brazo derecho otra estátua que cubría un dosel par su parte superior, y en la inferior un rótulo que decía “soy de Isabel Troncoso.” En el brazo izquierdo tres marcas que en la parte inferior de una de ellas había también un letrero que al parecer decía “Isabel.” Igualmente se encontraren en la parte anterior y media de los muslos, otras dos figuras que en la parte inferior de la del derecho tenia un rótulo que decía “Soy de Carmen Castro,” advirtiéndose que esta figura tenia al lado derecho una niña, y en el izquierdo en la misma posición que la anterior un rótulo que decía “Soy de Inés Quijano”.
El infeliz había sido en vida un Lovelace, un Foblas. Enamorarse una vez es una falta disculpable, dos una locura, tres una tontería; pero pincharse el pellejo por ellas es el colmo de la bestialidad. Si este hombre hubiese vivido muchos años más y se hubiera entregado á las dulzuras del dibujo punzante, según lo cupido que manifestaba ser, su cuerpo hubiera sido un museo de queridas.